19. Cuarta ley biológica o “El Sistema Ontogenético de los Microbios”

“….  los microbios, que hemos considerado malignos y a los que había que combatir, eran nuestros fieles colaboradores, por ejemplo, para descomponer el cáncer durante la fase de curación (micobacterias y bacterias) o para rellenar necrosis y úlceras (bacterias y virus) también en la fase de curación. “

Dr. Ryke Geerd Hamer

Comencemos describiendo el hecho que nuestros cuerpos están habitados por miles de millones de organismos como hongos y bacterias, los cuales son reconocidos como algo normal formando parte de la llamada microbiota humana. Este hecho es reconocido por la medicina y ciencia convencional, la cual calcula aproximadamente que existen más de 4 bacterias por cada célula humana. Con esta información ya deberíamos comprender que existe cierto control de la actividad microbiana por parte de nuestro cerebro, que nuestro cuerpo no es una anarquía. 

La nueva medicina germánica puede explicar los vínculos de las diferentes capas embriológicas (o sea, de todos los órganos y tejidos) con los diferentes microorganismos. Sucede que a medida que fue avanzando el tiempo, y fueron evolucionando las diferentes formas de vida en la tierra a seres cada vez más complejos, las células animales se fueron relacionando, según cada capa embrionaria, a diferentes microbios estableciendo vínculos simbióticos. De esta manera, el tallo cerebral, que es el cerebro más antiguo, se vinculó con hongos y micobacterias, las cuales también son los seres más antiguos evolutivamente. Existe una correspondencia lógica entre las capas embrionarias, la evolución de la vida y los microbios relacionados con cada una de ellas.

Por lo tanto, podemos afirmar desde la NMG que nuestro cerebro administra y coordina en forma total y absoluta, el comportamiento de los seres vivos con los cuales nos relacionamos, ya sean bacterias u hongos. Incluso todos aquellos organismos que la medicina convencional considera como patógenos, tienen su origen en nuestro propio organismo como respuesta biológica y mecanismo de reparación durante la fase de resolución de un conflicto específico.

“El contagio no existe”

Parece una frase fuerte afirmar que el contagio no existe, pero detengámonos un instante para analizar el origen de la “teoría del contagio”. Efectivamente, lo primero que deberíamos reconocer es que ya han pasado más de 150 años del postulado de Louis Pasteur y aún la “teoría del contagio” no ha sido probada. Este punto es muy llamativo porque la ciencia se vanagloria de poder determinar la secuencia genética específica de un virus pero no puede verificar una teoría que tiene más de 150 años. 

La pregunta rápida sería: ¿Esto es en serio?. Claro que es verdad, sigue siendo una teoría y la razón no radica en la incapacidad de realizar las pruebas necesarias para confirmar la teoría y convertirla en ley. El verdadero interés detrás de este deseo evidente de no comprobarla es que el poder instalado no puede permitir que surja a la luz la verdad, porque la verdad es que el contagio no existe y que podemos explicar la presencia de todos los microorganismos, durante las denominadas “enfermedades”, según las 5 leyes biológicas. 

No voy a explayarme mucho en la falsa “Teoría germinal de las enfermedades infecciosas” de Louis Pasteur e invito a los lectores más curiosos para que amplíen su información al respecto ya que considero más productivo dedicar nuestro tiempo y foco a describir leyes, verdades, ciencia en lugar de argumentar cuestiones evidentes sobre mentiras socialmente instaladas. 

A quienes les interese ampliar aún más, pueden buscar la vida y obra de Pierre Jacques Antoine Béchamp (16 de octubre de 1816 – 15 de abril de 1908 a la edad de 91 años). Durante el transcurso de su larga vida, Bechamp pudo refutar las ideas, teorías e inventos de Pasteur, de quien fuera contemporáneo. Antoine Béchamp ocupó cargos en diferentes universidades y sufrió la persecución y prohibición de la iglesia católica (ahora posiblemente Ud. podrá entender porque muy pocas personas saben de él y porque no se enseña en la educación formal).

Nota: En este punto debemos recordar que las intoxicaciones no están contempladas en la nueva medicina. En la naturaleza no existen químicos artificiales, ni medicamentos como existen en la actualidad y que suelen ser responsables de efectos directos sobre el cuerpo. 

Por lo tanto, si el origen de las “enfermedades” no es externo (contagio) entonces debe ser interno. Según la primera ley biológica sabemos que el origen de las adaptaciones biológicas o “enfermedades” es interno en el 100% de los casos, que no es algún agente externo el responsable de los cambios corporales y que si son consecuencia de un DHS con características particulares. 

La aparición de microorganismos es consecuencia de la activación de un programa biológico especial y significativo de la naturaleza, el cual convoca ciertos gérmenes específicos (dependiendo de cada programa) para completar la fase de resolución. Esta acción es necesaria para terminar de completar los diferentes programas, aunque también existe la posibilidad de no tener presencia de ciertos gérmenes debido a las campañas de vacunaciones compulsivas o el uso indiscriminado de antibióticos. En estos casos, el cuerpo resuelve el programa de forma no biológica (en este caso se denomina no biológica porque en la naturaleza no existe esta variante en la cual los microbios han sido exterminados con productos externos y disponemos de todos los gérmenes necesarios; por eso suele denominarse a la encapsulación de tumores, por ejemplo, como resolución no biológica aunque es obvio que forme parte de la biología natural).

La administración de la población de microbios en nuestro organismo, por parte de nuestro cerebro, es total y absoluta, lo cual podemos verificar por los comportamientos que se presentan durante las diferentes fases de los SBS. Cada capa cerebral establece vínculos simbióticos con los diferentes microorganismos. 

Es así que el endodermo utiliza micobacterias y hongos en las etapas de resolución o restitución biológica. La función natural de este tipo de bacterias (TB y todas las micobacterias conocidas) es la descomposición caseosa de la masa formada a partir de la reproducción celular, característica funcional según la 3º ley biológica de la fase de conflicto activo en los programas de endodermo.

En cambio si nos referimos al nuevo mesodermo podemos observar que se vincula en menor medida con hongos y sus colaboradores biológicos son las bacterias, en este caso podemos mencionar bacterias más evolucionadas, más complejas que las micobacterias, con otros ritmos biológicos como pueden ser los cocos o los bacilos.

Por último, el ectodermo responde activando bacterias complejas o virus. El concepto de virus, según la NMG, difiere del concepto clásico científico en relación con el entendimiento sobre el origen, la función y el destino de esa estructura orgánica “viral”. 

Los virus son formaciones creadas por el mismo individuo y aparecen en el cuerpo como subproductos de la activación de un programa biológico específico. 

Gracias a los aportes de la NMG en relación con la embriología y la evolución, sabemos que los programas originados en ectodermo, o sea, en la corteza cerebral, utilizan estas formaciones biológicas (comúnmente denominados virus) como mensajeros y proveedores de materiales para completar la reparación celular, proceso que se inicia en la fase de sanación o PCL. Desde el inicio de la ciencia moderna hasta la fecha, solamente una persona logró aislar y probar la existencia de un virus en algas marinas. Estos descubrimientos pertenecen al virólogo alemán Stefan Lanka y Ud. puede ampliar sobre las pruebas y estudios, resoluciones judiciales y actualizaciones en internet.

Si bien existen algunas fotografías procedentes de microscopios de barrido electrónico, donde se observan formaciones que podrían corresponder a un virus, tampoco se puede diferenciar si se trata de detritus celulares, vesículas celulares aisladas, materiales genéticos libres y un virus propiamente dicho.

A través de estas formaciones biológicas (llamados comúnmente virus) se aporta todo el material e información necesaria para reparar la úlcera generada durante la fase de conflicto activo.

Por último, haré un pequeño resumen respecto a un síntoma frecuente en varios programas biológicos: la fiebre. Una vez más, la nueva medicina nos brinda los conocimientos necesarios para entender el funcionamiento del cuerpo, incluyendo la administración de la microbiota humana mediante el uso de la temperatura corporal. 

De la misma manera que trabajan las incubadoras en un laboratorio, el cuerpo regula en forma precisa la temperatura corporal con diversos fines. Por ejemplo, si tomamos un programa de endodermo, al inicio del mismo se produce una pequeña suba en la temperatura (especialmente en la zona adaptada) lo cual estimula la reproducción bacteriana. Esto tiene el sentido biológico de favorecer la reproducción bacteriana acompañando el crecimiento celular “canceroso” en forma proporcional. Una vez que se produce la conflictolisis, la restitución se inicia en conjunto con la acción de las bacterias convocadas (nótese que estas bacterias ya están presentes en la zona, gracias a la preparación previa y en la cantidad necesaria) estimulándolas mediante el aumento de la temperatura corporal que ahora es general, o sea, en todo el cuerpo. Este proceso se prolonga el tiempo necesario hasta lograr la necrosis caseosa y una vez conseguido este objetivo, el cuerpo nuevamente acude al aumento de la temperatura para eliminar el exceso de bacterias reproducidas anteriormente (recuerden que ya cumplieron sus tareas). Este o estos últimos episodios suelen presentarse como sudoración nocturna, esos momentos donde las personas se despiertan en medio de la noche, frecuentemente acompañado por un sueño, totalmente transpirados. Esto sucede porque unos minutos previos a despertarse, el cuerpo produce un aumento brusco de la temperatura corporal.

Respecto a fiebres que superan los 39º podemos afirmar que se trata de una activación de un programa específico conocido como TCR. 

“Los microbios no son nuestros enemigos, 
tenemos una relación simbiótica con cada uno de ellos.”

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Rodrigo Souto
Rodrigo Souto
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